Por: Natalia Cercós Olmos
Desde hace muchos años me he interesado por la astronomía, pero nunca me había animado a comprar un telescopio. Pero para mi suerte, en mi cumpleaños me regalaron mi primer telescopio, un EQ 114. Fue el mejor regalo, ya que podía empezar a hacer observaciones por mí misma y ver todo sobre lo que había leído. Ese mismo fin de semana fui de visita a Tequisquiapan y me pareció una muy buena oportunidad para hacer mi primera observación de la Luna. Era luna llena y coincidió en ser la más brillante y grande del año.

Estuve horas instalando todo y tratando de alinear mi telescopio con la Luna, ya que mi telescopio no era automático sino manual. Como no tenía conocimiento de cómo posicionarlo correctamente, me tardé unas horas hasta que por fin la encontré. Tuve que ajustar el foco y cambiar los oculares hasta que la vi claramente, todo a base de prueba, error y mi propia intuición. En el momento de ver la Luna me llené de alegría y se me salió una lágrima, pues nunca había visto la Luna tan cerca e iluminada. Fue uno de los momentos más emocionantes de toda mi vida y por eso a partir de esa experiencia, empecé a investigar más sobre cómo funcionan los telescopios y qué objetos se pueden llegar a ver dependiendo del modelo y de los lentes o espejos que utilizan. Fue un momento tan decisivo que busqué cómo podía entrar al Centro Astronómico Clavius y poder hacer más observaciones.
Deja un comentario